Por: GUILLERMO TORALES CABALLERO
Martes 20 de mayo. 7:30 am. En Calzada de Tlalpan, esquina con la calle Napoleón, colonia Moderna, se registra un tiroteo en el que son ejecutados Ximena Guzmán Cuevas, secretaria particular de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugrada Molina, así como su asesor, José Muñoz Vega. Los primeros reportes hablan de una ejecución profesionalmente realizada con arma de fuego a manos de un solo sicario, quien huye con sus cómplices en una motocicleta y luego en sucesivos vehículos con dirección al Estado de México.
Mientras tanto, a unos cuatro kilómetros al norte de la escena del crimen, en el Salón Tesorería del Palacio Nacional, en pleno Zócalo capitalino, la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo encabeza “La Mañanera del Pueblo”, cuya temática como todos los martes es el tema de la seguridad nacional. Está acompañada de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, general Ricardo Trevilla Trejo. También está presente el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, el “súper policía” Omar García Harfuch, quien capta la atención de la prensa al ponerse súbitamente de pie y tomar llamadas o leer mensajes en la pantalla de su celular. Se le observa nervioso.
Discretamente, sin interrumpir la conferencia, intercambia comentarios con la presidente. Ambos se muestran tensos y desencajados… Algo grave, muy grave, ha ocurrido.
La crónica anterior, llama la atención por la ocurrencia en tiempo real de dos eventos super-lativos: los asesinatos de dos personajes de muy alto perfil del gobierno de la Ciudad de México, y el hecho de que en Palacio Nacional se daban, al mismo tiempo, cifras alegres sobre los resultados de la lucha contra el crimen organizado en nuestro país: ¿Casualidad o causalidad?
UNA NUEVA “SÚPER SECRETARÍA”
Desde el inicio del gobierno de Claudia Sheibaum se desechó la irresponsable y criminal no-estrategia de “Abrazos, no balazos” del presidente Andrés Manuel López Obrador, una ocurrencia despiadada que le costó a México miles de muertos.
Desde un principio quedó claro que en este sexenio el tema del combate a la criminalidad tendría ahora un enfoque distinto, especialmente al ser nombrado Omar García Hafuch —un personaje repetidamente menospreciado por el ex mandatario tabasqueño, a veces en forma velada y otras no tanto— como nuevo titular de la Secretaría de Seguridad y Pro-tección Ciudadana (SSPC) del gobierno federal, institución a la que inmediatamente el Senado de la República ratificó su naturaleza de mando civil y a la cual dotó, en noviembre del 2024, de nuevas facultades constitucionales, especialmente para la investigación de delitos y la coordinación del sistema nacional de inteligencia, siempre en rebatinga con el poder militar… un hueso que este aún no quiere soltar.
NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD
El primer deber del Estado mexicano, y en particular del Poder Ejecutivo, es garantizar la seguridad de todos los mexicanos. De ahí que resulte de gran interés e importancia la nueva estrategia que en materia de seguridad diseñó el actual gobierno de la presidente Sheinbaum, plasmado en su Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030.
En materia de Seguridad Nacional, el PND esta-blece en el Eje General 1, titulado Gobernanza con justicia y participación ciudadana: “La construcción de la paz en todo el territorio nacional es un objetivo estratégico del Gobierno de la República. Esto se logrará con una estrategia integral de seguridad pública, basada en la prevención, la inteligencia y la coordinación interinstitucional. No basta con perseguir el delito; es necesario atender sus causas estructurales, recuperando el espacio público y ampliando las oportunidades de desarrollo, edu-cación y empleo digno para fortalecer la cohesión social.
“Finalmente, el fortalecimiento de un sistema de inteligencia e investigación permitirá prevenir e identificar amenazas y generadores de violencia, para sancionar oportunamente, asegurando que las fuerzas de seguridad actúen con eficacia y pleno respeto a los derechos humanos. Se fortalecerá la Guardia Nacional. La construcción de una sociedad segura y en paz es una tarea colectiva que requiere la participación ciudadana y un Estado comprometido con el bienestar de todas y todos.”
Al revisar los detalles, el PND hace referencia a los diversos flagelos que lastiman desde hace tiempo a nuestra sociedad, potenciados por la omisión o la complicidad de los diferentes niveles de gobierno del pasado reciente y otros todavía en funciones, como son el número creciente de homicidios, desapariciones y extorsiones, el tráfico de personas y de drogas –fentanilo y cocaína, en primerísimo lugar–, el trasiego de armas –casi todas proveniente de las armerías y del contrabando desde Estados Unidos–, sin olvidar el financiamiento al terrorismo, el lavado de dinero, los ciberataques, las amenazas digitales y los desafíos que imponen los diferentes movimientos migratorios que cruzan nuestro territorio.
También son de subrayarse las siete estrategias para dar cumplimiento al punto 1.6, referido a “proteger la seguridad nacional, la defensa y la soberanía del territorio mexicano y sus zonas marinas, fortaleciendo la cooperación internacional”.
INTELIGENCIA Y TECNOLOGÍA
Uno de los aspectos donde coincide la mayoría de los especialistas en materia de seguridad nacional, es en privilegiar la investigación científica con base en el uso de tecnologías de punta, y el concurso de analistas profesionales. El uso sistemático de información estratégica –el “corazón” de la seguridad– debe ser, en definitiva, el eje de acción para todas las instituciones involucradas en el tema de la seguridad a nivel federal, estatal y municipal, reforzado presupuestalmente en los renglones de recursos humanos altamente capacitados y recursos materiales altamente especializados.
La concurrencia de una misma visión y misión en un solo esfuerzo institucional, con base en un man-do civil, es la condición transversal para el éxito de cualquier tipo de política y estrategia en materia de seguridad; de otro modo –se ha advertido mil veces–, dicho esfuerzo está condenado al fracaso.
Durante el gobierno de AMLO asistimos al des-mantelamiento de un conjunto de capacidades de investigación y de un sistema nacional de inteli-gencia –imperfecto e insuficiente, sin duda– que fue sustituido por una retórica de la simulación y, acaso de la complicidad, todo bajo la conducción de los militares, empoderados desde Palacio Nacional. Hoy, en cambio, parecen retomarse las acciones que aconseja la experiencia científica, es decir, la especialización civil en materia de criminalística y de seguridad nacional, y también el sentido común.
Al mismo tiempo, sin embargo, la agenda de seguridad nacional de la doctora Sheinbaum Pardo se complica con las presiones ejercidas desde el exterior por la propia agenda del presidente Donald Trump: la exigencia de impedir el tráfico de fentalino hacia la Unión Americana; las deportaciones de connacionales, pasto de una espiral de angustia creciente; las constantes amenazas de nuevos aranceles; el reclamo del pago de agua del Río Bravo; la puerta cerrada a nuestro ganado por culpa del gusano barrenador; la perversa aplicación de nuevos impuestos a las remesas de nuestros paisanos; la reiterada denuncia de una “intolerable” complicidad entre el gobierno y el narcotráfico; el etiquetado de “organizaciones terroristas” a los cárteles mexicanos; la cancelación de visas a personajes famosos, por buenas y malas razones… y un larguísimo etcétera que pareciera no tener fin.
No obstante, hoy la prensa diaria da cuenta en México de los primeros resultados que el actual gobierno presume, con el “súper secretario” al frente, y también con el consecuente beneplácito de la opinión pública, una creciente lista de éxitos que el anterior gobierno nunca vio o no quiso ver: investigación y captura de objetivos prioritarios, de generadores de violencia y hasta la extradición de capos por docenas; detección y desmantelamiento de laboratorios para la elaboración de drogas sintéticas, especialmente fentanilo; espectaculares decomisos en puertos, aduanas y plazas comerciales, científicamente planeados y, sobre todo, efectivos.
La nueva estrategia, “Balazos, no abrazos”, parece empezar a dar sus frutos, incipientes e insuficientes, pero apreciables luego de seis años de una ominosa inacción gubernamental, tan deliberada como perversa.
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